Ayer se publicó la segunda parte de la interesante entrevista que Antonio Ortiz ha realizado a David del Val, Director de Desarrollo de Nuevos Productos y Servicios de Telefónica I+D, para Xataka.
A mí me ha llamado la atención una parte en concreto:
- Xataka: De hecho la tele tiene una experiencia de usuario muy difícil de mejorar: te “repanchingas” en el sofá, “pulsas” y ya está funcionando. Dudo mucho que la gente quiera un ordenador conectado a la tele.
David del Val: A veces digo que la televisión del futuro es peor que la del presente. La de ahora tiene dos ventajas: te echan lo que quieren y no tienes que pensar y que es social, se ve en familia. En la del futuro ¿buscar todo el rato para ver clips de 10 segundos en youtube? (risas, lo explica bromeando) y todavía no es social. El que consiga hacer la tele del futuro tan buena como la del presente, ese se va a forrar.
Dudo que lo que haga falta sea un buscador, lo que hace falta es un “curator”, alguien que te recomienda y haga el trabajo por ti. Hasta ahora ese rol es el de las cadenas, pero con todo el contenido de internet se puede hacer personalizado. Hacer eso bien no está solucionado bien técnicamente, quien lo haga tendrá la tele del futuro tan buena como la del presente.
Pero profundicemos, por un momento, en una idea clave: "te echan lo que quieren y no tienes que pensar" [...] "lo que hace falta es un curator, alguien que te recomienda y haga el trabajo por ti".
Desde un punto de vista empresarial, el razonamiento es impecable y se reduce a esto: consumo rápido, fácil y dirigido. Nada que objetar.
Desde un punto de vista cultural, por el contrario, el razonamiento es terrible y se expresa de esta otra forma: en la era de la información, tú, como usuario, dispones de la capacidad de producir y distribuir contenidos y de generar espacios de comunicación ajenos a la lógica del mercado; pero te resultará infinitamente más cómodo regresar al papel de espectador, al liviano consumo de lo que otros han dispuesto para ti.
Y, en la intersección de estas dos perspectivas, nosotros, los usuarios, que todavía y a pesar de todo tenemos la posibilidad de definir los nuevos modelos de comunicación: nos asiste, al menos, el derecho a (la responsabilidad de) no consumir lo que no nos gusta. Ésa es nuestra capacidad de influir en el mercado, porque -a pesar de lo que algunos piensan- el fin último de las empresas es el lucro, no el adoctrinamiento, y de buena gana nos ofrecerán aquello que demandemos.
Nos corresponde decidir, optar por implicarnos directa y activamente en la producción y transmisión de la información o contentarnos, desde la pasividad y la complacencia, con fuegos de artificio; pan y circo. Lo fácil es encender la tele y criticar la programación. El reto está en proponer y hacer posibles otras vías.
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