Un reciente artículo publicado en Technology in the Arts* expone algunas de las soluciones que varios museos están adoptando para adecuarse al nuevo escenario digital: realidad aumentada, códigos QR, aplicaciones para móviles, dispositivos específicos distribuidos en el propio centro...
La institución museística avanza tímidamente hacia la integración de las tecnologías de la información en su dinámica de trabajo, pero de momento predominan aplicaciones que se limitan a refrendar y perfeccionar una concepción muy determinada de la función del museo, la producción y distribución de la cultura y los discursos historiográficos. En otras palabras: nuevas herramientas para viejas prácticas.
En muchos centros de experimentación artística ocurre todo lo contrario: se detecta una auténtica efervescencia tecnófila, un claro compromiso con el desarrollo de proyectos que expriman las posibilidades derivadas de las nuevas tecnologías, analizando su impacto en los mecanismos de creación y divulgación.
Esta diferenciación no es fruto del azar, ya que los espacios dedicados a la experimentación tienen la ventaja de no llevar a sus espaldas la onerosa tradición museística; no se deben al pasado, pueden reconfigurarse en función de necesidades cambiantes y su propio trabajo consiste en reflexionar sobre la naturaleza de estas transformaciones. En el ADN del museo como lo conocemos, por el contrario, está escrito el pensamiento ilustrado, el proyecto moderno, un modelo cultural hegemónico que ya no parece apropiado como principio de interpretación. No se trata, por tanto, de predicar viejos principios en nuevos soportes; urge reformularlos, hacer compatible la preservación con la producción de contenidos, establecer estructuras y discursos abiertos; convertir el museo en una institución dialógica, no tanto el espejo de una cultura determinada como su continuo proceso de construcción (colectiva).
Hace falta, pues, un museo pensado desde y para el nuevo escenario socioeconómico y cultural, y no una actualización técnica del que ya existía. Las grandes instituciones presentan importantes avances en esta dirección, pero es fundamental hacerlos extensivos a los centros con menos recursos, porque son éstos precisamente los que más se podrían beneficiar de una hipotética renovación.
* Ver también 2010 Horizon Report: Museum Edition.
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