Por una parte, me pregunto: ¿qué tipo de actividades se contemplan bajo la expresión "empresas culturales"? De entrada, leo:
Los sectores considerados dentro del ámbito cultural son: Patrimonio, Archivos y bibliotecas, Libros y prensa, Artes plásticas, Artes Escénicas y Audiovisual.La base de datos del Ministerio de Cultura amplía el círculo, que se revela amplísimo: edición, radiodifusión, fabricación de productos electrónicos de consumo, artes gráficas, televisión... ¿Pero no estábamos hablando de cultura? Sí, de cultura, "eso" que la RAE define así:
(Del lat. cultūra).
1. f. cultivo.
2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
4. f. ant. Culto religioso.No hace falta ser un genio para ver que algo no encaja. Me temo que pronto habrá que suprimir alguna acepción en favor de otra que dé cabida a Gran Hermano, Mujeres ricas, los folletos publicitarios o la radiobasura. Me sorprende que me sigan tachando de radical cuando hago hincapié en lo absurdo de la expresión "industria cultural". ¿Por qué no asumimos que el negocio al que alude tiene mucho de industria y poco de cultura? ¿Por qué no reconocemos una verdad tan evidente e innegable? ¿Por qué no intentamos, al menos, preservar el significado de cada una de esas dos palabras? Tal vez porque es más fácil -y más adecuado para los intereses de algunos- cuantificar la cultura de la manera más burda: hablando de visitantes anuales, de número de BICs, de participantes en eventos con mayor repercusión que contenido, de cifras de producción... Pero el baremo no debe ser la proliferación de espectáculos y circos massmediáticos que encarnen la voluntad del orden establecido, sino el libre acceso al conocimiento, es decir, a la información y a los medios que permiten emplearla para desarrollar el pensamiento crítico, la reflexión, la duda, el debate y la libertad de expresión.
Por eso creo que es un error defender el sector cultural resaltando su importancia en términos económicos, como si su labor consistiese en hacer caja y su rentabilidad se pudiese calcular en euros. No todo lo que la cultura aporta cabe en las tablas estadísticas: sin ella, dejamos de ser personas para convertirnos en meros consumidores. La cultura es la capacidad de ser libres, y eso está tan lejos de la grandilocuencia de sus supuestos templos como de su mercantilización.
Esta es la razón por la que debemos defender y apoyar la cultura, más allá de los indudables beneficios económicos que pueda aportar a medio y largo plazo. Es por ello que se hace tan necesario concretar a qué nos referimos cuando empleamos una palabra tan sumamente tergiversada... Y por lo que la lectura de Adorno me sigue pareciendo, hoy más que nunca, indispensable.
Más preguntas ¿por qué no añadimos la gasolina de los coches que se desplazan por "turismo cultural"?¿Y la tinta para los libros? ¿Y el trasnporte para esa tinta? La manipulacion está servida.
ResponderEliminarLa realidad siempre supera a la ficción: la tinta está incluida. Al menos indirectamente, ya que el que te edita un folleto te cobra la impresión, ¿no? Y los periódicos escupiendo estos datos con la desfachatez de siempre...
ResponderEliminarComo tú bien dijiste, "la privatización de la cultura es la privatización del pensamiento". Y lo peor es que hay quien celebra la progresiva aniquilación de la capacidad crítica, hay mucha gente que trabaja en el "sector cultural" que se ha amoldado a la perspectiva mercantil hasta el punto de considerarla beneficiosa.
mi pregunta es ¿porque decimos que la cultura es una industria?
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