sábado, 19 de marzo de 2011

Prótesis, estética y humanismo

He descubierto, vía Pensamiento en imágenes, una TED talk especialmente recomendable. Corre a cargo de Aimee Mullins, quien sufrió la amputación de sus dos piernas con apenas un año de edad. Un hecho que no le ha impedido desarrollar una exitosa carrera como atleta, modelo y actriz.

Se pueden hacer muchas lecturas interesantes a propósito de su intervención. Su relato explora la naturaleza cultural de la identidad humana, tradicionalmente vinculada al cuerpo, o más bien a una forma muy específica de entenderlo, no tanto como contenedor sino como configurador de lo humano en relación con un modelo idealizado.

Su caso tiene, además, la particularidad de ilustrar el debate sobre lo que entendemos por discapacidad desde dos perspectivas enfrentadas. Por una parte, es evidente -y paradójica- la influencia de la belleza física en el eco mediático y la aceptación del trabajo de Aimee; en este sentido, la imposibilidad de identificar como tales algunas de sus prótesis ha desempeñado un papel importante. Por otra parte, sin embargo, ella ha sido la primera en exhibir y explorar su condición de una manera absolutamente creativa y desprejuiciada: comencé a alejarme de la necesidad de replicar lo humano como ideal estético, afirma, y no puede ser más elocuente.

En relación con esto último, resulta interesante su idea de la limitación como elemento característico de lo humano -"gloriosas discapacidades", en sus propias palabras... no es de extrañar la cita entusiasta de Molinuevo-, así como su reivindicación de la poesía, en un sentido amplio, como aquello capaz de trascender y completar la técnica. A la luz de esta fértil simbiosis entre las concepciones clásicas de poiesis y techné puede entenderse claramente el significado del hombre como arquitecto de su propia identidad. Una identidad en permanente cambio, alejada de la rigidez de los esquemas humanistas clásicos.

Paralelamente, la historia de Aimee viene a constatar que los problemas de comprensión, adaptación, integración y comunicación no radican nunca en las propias tecnologías, sino en una forma concreta de entenderlas como algo ajeno, orientándolas de acuerdo con nuestros (viejos) patrones culturales, criterios educativos y modelos estéticos.

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