¿Quién la hace? ¿Quién la redacta? ¿Quién la guía? ¿Quién la corrige? Y aún más: ¿Qué investigadores, intelectuales y profesores están detrás de ella? ¿Quiénes firman los artículos? ¿De dónde se obtiene la información?
Son muchas las preguntas que no se dan cuando la gente accede a sus contenidos. Y todas ellas constituyen el problema: que Wikipedia no es fiable. Está llena de errores y equivocaciones, de datos falsos, de resúmenes copiados de libros... La idea, insisto, es buena, pero la realización, a día de hoy, es mala. Desde luego una enciclopedia que no sea creíble vale de poco.
Lo bueno y lo deseable sería que se volcasen los contenidos de las grandes enciclopedias, como puede ser el caso de la Britannica y la Espasa, en internet.
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Por más que queramos que la situación sea otra, el conocimiento y el saber están, al final, en manos de una élite.
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Nos tenemos que fiar de las cosas. Y cualquier perosna sabe que la Wikipedia no es del todo de fiar.
No voy a recurrir a los tópicos... Es fácil criticar al Sr. Molina por diferentes motivos. No es mi intención tampoco refutar sus argumentos; dire más: me parecen interesantes (y no estoy siendo irónico). Lo que ocurre es que también me parecen mal enfocados. Me explico:
Pregunta el Sr. Molina qué "investigadores, intelectuales y profesores" están detrás de la Wikipedia. Se trata de una interrogación fascinante si uno la aplica a las principales instituciones culturales y académicas de este país, comenzando por una que él conoce bien y que se ha ganado a pulso la denominación de Ministerio de Industrias Culturales. Además, la pregunta da pie a muchas otras, todas ellas de gran enjundia: ¿Qué criterios rigen la concesión de las plazas de docencia universitaria, especialmente las cátedras? ¿Qué valor tiene la firma de ciertos "investigadores" que se limitan a rubricar el trabajo de "sus" becarios? ¿Quién o qué determina la dirección de los grandes museos y centros culturales de nuestro país? ¿A qué intereses obedecen las políticas gubernamentales en materia pseudocultural? ¿Por qué ocupan cargos de relevancia personajes cuyo único mérito es saber con quién tomarse las copas? Yo tengo muchas respuestas, en su mayoría crudas e incisivas; aunque me guarde algunas por conservar un ápice de sentido común.
Afirma también el Sr. Molina que la Wikipedia está "llena de errores", y que una enciclopedia que no es "creíble" vale de poco. No puedo estar en desacuerdo con esto último, pero me gustaría aplicar el mismo rigor al ámbito institucional; me gustaría saber quién es la eminencia intelectual que dirime qué contenidos son "acertados" y cuáles "erróneos" en las autoproclamadas "enciclopedias de prestigio". Leyendo al Sr. Molina, parece que es competencia de Espasa determinar qué información debe aparecer en una enciclopedia y quién es la persona adecuada para pontificar sobre cada tema. Creo inferir de sus palabras que las publicaciones de las universidades, centros culturales "de primer nivel" y organismos públicos están libres de incorrecciones; también creo entender que los intereses económicos y políticos no afectan en modo alguno al trabajo de las instituciones y empresas del sector cultural. Nadie lo diría...
Concluye el Sr. Molina con un lapidario "la Wikipedia no es de fiar". Puedo corroborarlo, aunque añadiría a la suya otra pregunta: ¿de fiar para quién? Para el poder político, los grandes lobbies y una industria editorial de configuración decimonónica, ciertamente, la Wikipedia no es de fiar.
Y sin embargo, la Wikipedia tiene una virtud incuestionable: es lo que parece. Ni pretende sustituir a la Enciclopedia Británica ni definir qué es la verdad o sobre qué principios se funda. Se trata, simplemente, de un esfuerzo colectivo por generar una plataforma abierta de acceso al conocimiento en la que el debate es norma. No es un trabajo cerrado, es un inacabable work in progress en el que todos estamos invitados a participar (también el Sr. Molina y todos los popes de la intelectualidad cuya "firma" añora). Asumámoslo: tampoco la Wikipedia se libra de los intereses particulares o las presiones políticas, pero en ella disponemos, al menos, de la oportunidad de detectar y cuestionar aquellas aportaciones que evidencien un tratamiento tendencioso de la información.
Participar en la elaboración de la Wikipedia implica ser consciente de sus límites, pero también de sus posibilidades; consultar sus contenidos exige la misma capacidad crítica que enfrentarse a a la voz inalcanzable de la autoridad y los especialistas, títulos estos que han servido históricamente para cobijar tanto a la sabiduría como a la ignorancia y a la mezquindad; denominaciones que se han impuesto a las argumentaciones y razonamientos. No me digas qué intelectual te avala, dime qué obra lo avala a él y quién lo ha sentado en su trono.
No seamos ingenuos: nada es absolutamente neutro. Pero yo me quedo con la imperfección de la Wikipedia, manipulada y manipulable por todo y por todos (con matices). La impoluta corrección del academicismo servil y la mercantilización de la cultura, la dejo para otros...
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