lunes, 21 de enero de 2013

Videocracia

Una más de ficción política.

"Los que creen que el mundo no es un contubernio es que están mal informados".
Roberto Alfa


martes, 8 de enero de 2013

Académicos

Después de romperse los cuernos durante meses para intentar sacar de la calle a un grupo de estudiantes abocados al tráfico de drogas,





"Bunny" Colvin y David Parenti se dan de bruces con la irracionalidad estadística de la administración pública, para la que sólo existen exámenes y porcentajes.

Menos mal que siempre les quedará la academia...



(Por cierto, alguien se ha tomado la molestia de transcribir y traducir este último vídeo).

sábado, 5 de enero de 2013

La normalidad

Una de las cosas que más me ha llamado la atención del furor caritativo navideño es su compromiso con la difícil situación que atraviesa en nuestro país la "gente normal": profesores, periodistas, médicos, empleados públicos... perfiles que no estamos acostumbrados a asociar a términos como "hambre", "paro" o "desahucio" -habitualmente reservados para inmigrantes, yonquis, familias disfuncionales, gente de costumbres disolutas, rojos haraganes... ciudadanos de segunda en general, vaya-.

Los relatos sobre sus desgracias suenan a testimonio de vecino de homicida, cambiando el "era un chico normal, siempre daba los buenos días" por "es una mujer muy responsable", "son una familia muy unida" o un más específico "nunca habían tenido deudas ni se les conocían vicios". Su drama sobreviene, como es costumbre, "de la noche a la mañana" y "sin previo aviso".

Hay una forma de interpretar esta actitud que entiendo mayoritaria y, sobre el papel, irreprochable: crear conciencia social sobre el alcance de la crisis económica, la arbitrariedad de sus efectos y la necesidad de intervención estatal. Pero hay una segunda lectura más problemática, en la medida en que recalcar lo extraordinario de la coyuntura actual supone, en cierto modo, dar por buena la precedente -de ahí que se insista tanto en la urgencia de aprobar medidas, recortes y leyes "provisionales"; de ahí que hasta los empresarios que presumían de infalibilidad admitan sin pudor sus fracasos, atribuibles ahora a imponderables-. Toda definición de anormalidad requiere un referente de normalidad; por eso, de acuerdo con el discurso oficial, lo que vemos no son las podridas entrañas del sistema, sino una desafortunada anomalía. Que a largo plazo nos terminen vendiendo la necesidad de cronificar la austeridad para volver al equilibrio es consecuencia, precisamente, de este planteamiento.

Frente a la opción de cuestionar un sistema político-económico por su naturaleza violenta, se impone la de dar por buena su formulación "ideal", ésa que durante años permitió a una amplia mayoría -de gente normal- disfrutar de un "buen nivel de vida" mientras los pobres -inadaptados y vagos por definición- hurgaban en la basura figurada y literal. A nadie se le escapa la diferencia entre presentar la crisis como una intensificación de las desigualdades y miserias inherentes al sistema económico y exponerla como el resultado de ciertas alteraciones y errores humanos dentro de un modelo que funciona -o, en su defecto, como parte de sus ciclos sistémicos, supuestos paréntesis necesarios para garantizar una continuidad de bonanza-.

La prevalencia de esta segunda opción explica que sorprenda algo tan connatural al capitalismo como la marginalidad, que por si fuera poco parece quedar sepultada bajo nuestra obsesión cuantificadora. Al poner el acento en la cifras -cinco millones de parados, 25% de la población activa, 58.000 desahucios...-, desplazamos la atención desde la naturaleza del problema hacia su magnitud: aceptar que la pobreza comporte abandono, indigencia y exclusión mientras sea minoritaria sólo demuestra nuestro fracaso como sociedad y nuestra miseria moral.

La tarea no es, por tanto, restaurar el estado del bienestar ni reivindicar una idea imprecisa de éste en el plano simbólico, sino crearlo.

martes, 1 de enero de 2013

Otro lenguaje para 2013

Mi propósito de año nuevo: no escribir -y, por norma general, no leer- textos sobre arte que contengan, de manera gratuita -es decir, casi siempre-, alguna de las siguientes expresiones:

- Zeitgeist
- Resistencia
- Arte político
- Interacción
- Sostenibilidad
- Empoderamiento
- Múltiples referencias
- Cartografía emocional
- Conceptual
- Identitario
- Inter/transdisciplinar
- Alternativo
- Emergente
- Sinergias
- Emancipar
- Desarrollar/consolidar un lenguaje
- Explorar/abrir nuevas vías
- Reformular
- Hibridar

Me va a costar, porque con mayor o menor justificación he usado alguna de ellas de forma habitual y en general no creo que tengan nada de malo per se, pero el abuso de frases hechas, tópicos y lugares comunes vacía de significado gran parte de la literatura -nunca mejor dicho- artística. Con frecuencia deliberadamente, claro, con el agravante a veces obviado de que salvar los muebles vistiendo de seda la falta de contenido o de proyecto empobrece, además del discurso afectado, el sincero.

No creo que nos venga mal resetear. Por eso al 2013 le pido menos citas y términos recurrentes, más tesauros incorrectos de la cultura. Si la idea es proponer nuevas prácticas, nuevas formas de producción y distribución, lo que nos hace falta no es un vocabulario sumamente específico que institucionalizar, sino la voluntad de renovar el lenguaje con tanta frecuencia como sea necesario, de intentar que continúe sirviendo para describir y analizar críticamente la realidad.

Menos lírica y más rigor, vaya.

Feliz año.